Conversaciones con Marcela Valzolgher
¿Qué es el dinero? ¿Es la
expresión de la energía, de la potencia humana? ¿Es la expresión del poder? ¿O
ambas?
La energía humana, a escala humana implica un movimiento diario
ascendente y descendente. Es decir, iniciamos el día con energía y al llevar
acabo nuestras tareas cotidianas dicha energía se va gastando hasta la hora de
dormir. En el momento en que dormimos reponemos fuerzas, energía, que al día
siguiente nos servirá para nuevamente empezar el día y llevar adelante nuestras
tareas cotidianas que desgastarán nuevamente nuestra energía que luego se
repondrá en la instancia del sueño. Al mismo tiempo, a lo largo de la vida de
un ser humano, podemos decir que ese ser humano comienza con una energía que va
aumentando hasta luego irse apagando en los albores de la instancia de su
muerte, si es que la vida cumple su ciclo natural: nacimiento, crecimiento y
defunción. Si quisiéramos esquematizarlo este podría ser el modo en que se
comporta nuestro ciclo energético.
Respecto del dinero, también
podríamos decir que es energía o poder, es decir, el dinero equivale (o compra)
la fuerza de trabajo de un ser humano, que a su vez es energía, que al mismo
tiempo es movimiento que se despliega en el espacio-tiempo. Es decir, el dinero
es: energía, que es movimiento espacio-temporal que a su vez compra fuerza de
trabajo (que también es energía) para llevar adelante un propósito. Desde este punto de vista el dinero es un equivalente a la fuerza humana.
Sin embargo trastoca radicalmente las leyes de la energía humana, de la fuerza
humana. ¿Por qué? En principio por sus leyes. Pero vayamos por partes. Un
hombre se propone fabricar una silla de hierro, para ello debe tener un espacio
físico (construido por otros hombres) debe contar con las materias primas para
realizar dicha silla, debe extraer dicha materia prima de la naturaleza (para
lo cual se necesitan hombres trabajando) para luego dar la forma de silla al
hierro que luego se fabricará en serie y necesitará de otros recursos (canales
de distribución, comerciantes y publicistas) que vendan dicha producción. Hasta
aquí podemos afirmar que con el dinero compramos la energía de otros hombres
(su fuerza de trabajo) para extraer las materias primas, dar forma a la silla y
luego venderla. En este sentido el
dinero es la expresión del poder de comprar la energía humana de los otros en pos de ejecutar una tarea con un propósito o un fin
fijado por otros. Hasta aquí el dinero es un muy buen representante de la
fuerza de trabajo o de la energía humana y en este sentido un invento que
soluciona otros tipos de intercambios más complicados como el trueque.
¿Pero qué pasa con las leyes que
gobiernan el dinero? Las leyes que
gobiernan el dinero son muy diferentes a las leyes que gobiernan la energía
humana. Tal como dijimos la energía humana debe reponerse diariamente, no
es acumulable (no es que porque un día dormimos 20 hs. al otro día somos Superman)
y por más que la ciencia avance los hombres al envejecer vamos perdiendo poco a
poco nuestra energía[1]. En este
sentido cuando perdemos totalmente nuestra energía, es decir, cuando morimos
(de viejos, de una enfermedad, por una auto-elminación o por el ataque de un
cuerpo ajeno -individual o colectivo- es decir un criminal o “El Estado”) dicha
energía se acaba o se convierte en otra cosa. En cambio el dinero que en
principio dijimos que es el equivalente de la energía humana y de su capacidad
productiva está gobernado por leyes muy diferentes a las que gobiernan la energía
humana y desde este punto de vista NO ES EL EQUIVALENTE DE LA ENERGÍA HUMANA O
FUERZA DE TRABAJO. Las leyes que
gobiernan el dinero son leyes humanas (NO naturales[2])
y en este sentido son arbitrarias, es decir, cambiables. En este punto el dinero se convierte (en
términos de Derrida) de REMEDIO EN VENENO, en otras palabras, pasa de solución
a problema. No es en sí mismo el dinero el problema o el veneno sino las leyes
que lo gobiernan. Es una cuestión
de dosis, así como lo es con los fármacos. En ciertas cantidades: cura y soluciona,
pero en dosis altas mata, envenena, pervierte, trastoca y arruina a la
humanidad y al planeta que contienen a dicha humanidad.
Las leyes del dinero[3]
que se apartan de la idea de dinero como equivalente de la energía humana y que
por tal hay que revisar, deconstruir y cambiar son: (1) la divisibilidad,
el dinero es un bien divisible, por ejemplo, puedo tener 1 dólar, 10 dólares o
100 dólares y dividirlos. (2) la acumulabilidad,
el dinero puede acumularse a diferencia de la energía humana no necesita reposo
para ejercer su fuerza. A mayor
cantidad de dinero puedo generar más dinero ya que por las leyes que lo
gobiernan el dinero “trabaja solo” genera intereses algo que para la energía
humana es imposible. En este sentido una persona puede no tener ahorros, tener
10 dólares da ahorro o bien tener billones de dólares ahorrados, invertidos o
en danza. Esto no ocurre con la energía humana!! (3) la trasferibilidad del dinero, a diferencia de la energía
humana que es intransferible, única y sólo contagiosa persona a persona, se
hereda, se transfiere y puede ser acumulado de generación en generación. Justamente estas 3 características de las leyes que gobiernan la
circulación de dinero e intercambios apartan
al signo papel moneda de su objeto de representación: la energía humana o
fuerza de trabajo en términos marxistas.
Lo descripto no es factible con la energía humana ya que al morir la persona también –y justamente- dicha energía: “mucha”, “poca”, “buena”, “mala” se va con la persona y por tal todo vuelve a adquirir un nuevo orden, es decir, todo se regenera o reconfigura de otro modo. En cambio el dinero no muere con el ser: ese dinero es apropiado por alguien (familiar o no) es decir: transferido, a su vez es acoplado a la cantidad de dinero que ya tenía la persona que se lo apropia, es decir, es acumulado y luego es puesto a circular, es decir, dividido. Esto hace que EL DINERO YA NO SEA UN EQUIVALENTE DE LA ENERGÍA HUMANA Y QUE ESTA HAYA SIDO EMBESTIDA POR ESTA LÓGICA DESHUMANIZADORA DE LO HUMANO.
Lo descripto no es factible con la energía humana ya que al morir la persona también –y justamente- dicha energía: “mucha”, “poca”, “buena”, “mala” se va con la persona y por tal todo vuelve a adquirir un nuevo orden, es decir, todo se regenera o reconfigura de otro modo. En cambio el dinero no muere con el ser: ese dinero es apropiado por alguien (familiar o no) es decir: transferido, a su vez es acoplado a la cantidad de dinero que ya tenía la persona que se lo apropia, es decir, es acumulado y luego es puesto a circular, es decir, dividido. Esto hace que EL DINERO YA NO SEA UN EQUIVALENTE DE LA ENERGÍA HUMANA Y QUE ESTA HAYA SIDO EMBESTIDA POR ESTA LÓGICA DESHUMANIZADORA DE LO HUMANO.
En este sentido, las leyes que
gobiernan la circulación del dinero se apartan totalmente de las leyes
naturales que gobiernan la energía humana o viviente. Es decir, por un lado el
dinero es equivalente (COMPRA) a la energía humana y por otro lado es regido
por leyes antagónicas a la energía humana. En otros términos, la energía humana
se carga y se descarga día a día, nace y muere, es intransferible, indivisible
e inacumulable. La energía del dinero es acumulable, divisible y transferible. Uno
de los principales problemas de la humanidad hoy pasa por seguir sosteniendo
estas leyes que gobiernan al dinero y no
respetar las leyes de la naturaleza o de la energía humana. El
sostenimiento de estas leyes son las que generan pobreza y desigualdad vigente en nuestras sociedades.
Es decir, si el dinero es el
equivalente del movimiento en el espacio-tiempo, es fuerza de trabajo y energía
debería seguir las mismas leyes que la energía humana: instrasferible, y no
acumulable[4].
Pero como las leyes que gobiernan la lógica de la circulación del metálico no
son naturales sino sociales es allí, en ese punto, donde el dinero como
expresión del poder se convierte en el VENENO DE LA HUMANIDAD. ¿Por qué es el
veneno de la humanidad? Porque justamente a unos les quita la energía natural
que tienen y a otros los sobre infla respecto de la energía natural que les fue
dada por la divinidad. Esto provoca desigualdades
de escalas NO-HUMANAS. Villas y palacios, “ricos”, semi-dioses, hombres
todo poderosos y hombres desempoderados hasta la miseria más absoluta. Esto
también provoca la corrupción entera de
lo humano por apropiarse de un poder que está fuera de control de lo
humano.
¿Con esto frenamos la desigualdad? No. La desigualdad o la
diferencia no pueden eliminarse ya que son características propias de la
naturaleza. Cada ser que nace es singular, nace dotado de una energía
específica, de unas cualidades específicas y ello lo hace diferente (o
desigual) a todo el resto de los sujetos humanos y vivientes. Por este motivo
la desigualdad es inalterable. Pero lo que sí es alterable es la indigna
desigualdad que generan las leyes vigentes del dinero que promueven la
construcción de un palacio y millones de villas y viviendas precarias,
asesinando y condenando a la pobreza a millones y millones de habitantes de
mundo. Regularizar las 3 características de la circulación del dinero es trocar
leyes inhumanas en leyes humanas y naturales para habitar un mundo un poco más
acorde a la naturaleza que nos fue otorgada a cada ser.
[1] También es
cierto que no todos los humanos nacemos con la misma cantidad de energía. Las
personas nacemos con energías diferentes y dicha energía la utilizamos para
distintos fines y propósitos.
[2] Son
construidas y epocales.
[3] Nos basamos
en las ideas de Vernik, George Simel y Clara Coria.
[4] Dejamos la
cuestión de la divisibilidad para reflexiones futuras.
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